Eleonora Requena poesía venezolana



Mandado

Se me dijo bébete la risa     drágate serena en tu butaca    sin levantar la voz arrúllate

mora como un vaso que recibe     deja abierta esa puerta ella es calladita no te palpes

mójate en el agua tibia      sin vacilación     no te demores     sal de ahí canta cúbrete

la piel mojada     y     siempre asiente

casi obedecí pues vivo

 

 




No puede inmiscuirse un verso saludable en esta tarde tironeada por el tedio

imposible convocar a pajarillos cobijarse en la cornisa     un hombre tambaleante

[escupió

toda su molicie en mi zapato deben ser las seis reverbera     aturde tanto atisbo

mejor será colarse en un café

y en paz sorberse




  

Eleonora Requena (Caracas, 1968)

De: Textos por fuera, 2020

                                   

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Rudimentos

 

Puertas adentro, un dispositivo celerífero funciona con óptima eficiencia, al menor asomo de una frase, hurga con la aguja el brote, lo sujeta con la pinza y lo desprende de raíz, mutis de nuevo

Si le leo la mano al sueño, su escurridizo acertijo, si me muestra algo de lo que no supe, entonces lo sabré

Al rostro le ha crecido un maderamen: calloso en la base, tierno en los extremos, insensible pero irreversible, la transformación provoca un gran desasosiego

Cavaban hasta hacer visible la boca de un abismo, era preciso abrir el orificio, exponer su gástrico crujido, rodearlo luego, hilar el borde imberbe del hechizo, todos en círculo, atentos al menor zumbido

Nunca como en el sueño supe cuáles nombres hacían justicia a un decir ajeno pero propio en la profunda y dócil medianía, tomaba rápidas notas de lo que iba saltando sobre lo que creía era una hoja en blanco, como una taquígrafa de juzgado, una tras otra

Basta de cháchara, ni hablar de los sueños, esos que en sus coros me reiteran: cállese o hable bajito, no se brinque de improvisto, disimule al menos

 

 

 

Rudimenti

 

Porte dentro, un dispositivo di selleri funziona con ottima efficienza, al minimo accenno di una frase, spia il bocciolo con l’ago, lo tiene con il morsetto e lo stacca da radice, mutis di nuovo.

Se li leggo la mano al sogno, il suo sfuggente indovinello, se mi fa vedere qualcosa che non sapevo, allora lo saprò.

Al viso li ha cresciuto un manderamen: calloso nella base, tenero negli estremi, insensibile pero irreversibile, la trasformazione provoca una gran angoscia.

Scavavo fino a fare visibile la bocca dell’abisso, ero preciso nell’aprire l’orificio, sporre il suo rumore gastrico, dopo circondarlo, infilare il bordo insensibile dell’incantesimo, tutti in cerchio, attenti al minimo ronzio.

Nel sonno mai ho saputo quelli nomi che facevano giusto un dire altrui, tuttavia, proprio nella profonda e docile mediocrità, scrivevo velocemente gli appunti che rimbalzavano su quello che credevo fosse un foglio bianco, come una stenografia del tribunale, una dietro l’altra.

Basta di chiacchiere, non parlare dei sogni, quelli che nei suoi cori mi ribadiscono: stai zitto o parli pianissimo, non saltare inaspettatamente, nascondilo almeno.


Eleonora Requena (Caracas. Eleonora Requena(1968). Obtuvo el Premio de la V Bienal Latinoamericana de Poesía José Rafael Pocaterra y el Premio Italia 2007 para la Poesía en el certamen “Mediterráneo y Caribe”, auspiciado por el Instituto Italiano de Cultura de Venezuela y el Centro de Poesía Contemporánea de la Universidad de Bolonia.

 

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